Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Nueva Zelanda 2008
28 de octubre - 16 de noviembre

Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Nueva Zelanda 2008™

Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Nueva Zelanda 2008

Posición final del torneo

Acerca de

Emoción y sueños en los Antípodas

Tanto para la FIFA como para Nueva Zelanda, la edición inaugural de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA representaba un viaje a lo desconocido.

Pese a que este no era uno de esos torneos cuyo éxito está garantizado, ha conseguido no sólo realzar la reputación de un país organizador en teoría obsesionado con el rugby, sino también reforzar al fútbol femenino y enriquecer al deporte rey en su conjunto. Las burlas de los críticos enseguida desaparecieron, sustituidas por un coro de alabanzas hacia un certamen que, en todas y cada una de sus facetas, sobrepasó los pronósticos más optimistas.

"Esta competición era una apuesta", admite Tatjana Haenni, responsable de los torneos femeninos del organismo rector del fútbol mundial. "Cuando la FIFA lo introdujo, se oyeron muchas voces críticas, que afirmaban que era demasiado pronto, y que cuestionaban que unas chicas tan jóvenes fuesen capaces de jugar a un nivel digno de un Mundial. Si las cosas no hubiesen salido bien, quizás el futuro de la prueba no habría sido bueno. Pero, por supuesto, ha sido un éxito enorme en todos los aspectos, y ha dejado el listón muy alto para los próximos anfitriones".

Trinidad y Tobago, la nación que recoge ahora el testigo, sabe que será muy complicado alcanzar el nivel de una cita que, según las palabras del seleccionador de Estados Unidos, Kazbek Tambi, "no podría haber sido mejor". Que este sentimiento fuese expresado después de la derrota norteamericana el domingo en la final, a manos de la RPD de Corea, lo dice todo acerca de la impresión causada por Nueva Zelanda 2008 en participantes y espectadores a la vez. La cifra de 16.162 personas que presenciaron el triunfo norcoreano ilustra a la perfección el atractivo del torneo.

Chris Simpson, Presidente del Comité Organizador Local, señaló a posteriori que la FIFA había retado a los neozelandeses a superar el número total de asistentes de Rusia 2006, en la categoría sub-20, mientras que el propio COL se había fijado en privado el objetivo de rebasar los 100.000. Ambas metas se quedaron pequeñas ante la suma final de 212.504.

Es evidente que todo esto dice mucho del esfuerzo del COL en cuanto a la mercadotecnia, y de la disposición del público neozelandés a albergar el evento, pero también es un reflejo del extraordinario desempeño de una nueva generación de estrellas femeninas. Fueron las jugadoras, sin duda, quienes plasmaron la promesa del Presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter, de que Nueva Zelanda disfrutaría de "algo muy especial", con numerosos partidos vibrantes, goles espectaculares y una deslumbrante exhibición de talento.

Las asiáticas causan sensación, las latinoamericanas se lamentan Algunas confederaciones rindieron a un nivel superior a otras, claro está. El cuarteto sudamericano y centroamericano lo pasó mal, sin llegar a ganar ni un solo encuentro, mientras que los representantes asiáticos registraron los mayores éxitos.

Japón no tardó en consolidarse como el favorito de los hinchas, mediante un fútbol pulido y brillante, muy vistoso, personificado en Mana Iwabuchi, su genial mediapunta. Iwabuchi encabezó un grupo de números 10 que se erigieron en figuras. Acompañando al Balón de Oro adidas estuvieron la alemana Dzsenifer Marozsan, la estadounidense Kristie Mewis y Jon Myong Hwa, de la RPD de Corea.

Iwabuchi y Japón destacaron, aunque sin desplegar en última instancia todo su potencial, pero la RPD de Corea protagonizó una campaña muy diferente, reproduciendo el enfoque que ya había conducido a su combinado sub-20 a la gloria en Rusia 2006. Sin hacer ruido, creciendo a cada encuentro, el equipo de Ri Ui Ham mantuvo el asombroso récord de imbatibilidad de su país en torneos femeninos de categorías inferiores de la FIFA gracias a una estrategia basada en una técnica y una estructura sólidas.

La final resultó ser un microcosmos de toda la prueba. Las norcoreanas empezaron sin grandes alardes hasta llegar a dominar a una selección estadounidense temible, que tuvo un gran mérito, incluso a pesar de la derrota. Si bien no conquistaron el trofeo, las americanas demostraron tener una gran clase cuando formaron una guardia de honor ante las vencedoras coreanas para luego extender una pancarta con el mensaje "Gracias, Nueva Zelanda".

Con ello, las futbolistas de Estados Unidos no sólo encarnaron el espíritu de este torneo increíble: expresaron igualmente los sentimientos de todos los afortunados que formaron parte de él.

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